miércoles, 28 de octubre de 2020

RETRATOS COLOMBIANOS-ANDREA ALDANA



 —¡Tamayo!

—¡Aldana!

—¿Qué hacés?

—Acá, viendo a los muchachos.

—¿"Los muchachos"? Los muchachos les decían cuando estaban en el monte.

—Ja ja ja, sí, yo sé. Pero es que véalos, casi todos son muchachos.

—Tamayo, ¿vos sos policía? Es que con ese traje verde que les puso el “Mecanismo” parecen todos policías.

—No, yo soy militar.

—¿Militar? Es decir, ¿del Ejército?

—Sí.

—Pero igual representas a la fuerza pública en el Mecanismo de Monitoreo, ¿o no?

—Sí, pero somos varios. Nos rotamos, casi siempre por Antioquia.

—Ah… ¿Y cómo te has sentido?

—¿Con qué?

—No sé, ¿con este proceso?

—Ha sido muy complejo.

—¿Complejo? ¿Por qué complejo? ¿Muy difícil para ti tratar con la guerrilla?

—No, no es por ellos. Es más bien complejo para uno, por uno. Es como darse de frente con otra realidad. Véalos, allá están corriendo para organizar el almuerzo y al primero que le sirven es a uno. Uno llega acá y no paran de atenderlo; que si quiere agüita, que si un fresquito, que un tintico, que si va a almorzar. Y a uno le da hasta pena rechazar tanta atención. Yo los veo y no puedo creer que esta gente fuera mi enemigo. Lástima que no pueda conocerlos más.

—¿Cómo así? ¿Por qué no puedes?

—Lo que pasa es uno también siente curiosidad. Yo quiero preguntarles muchas cosas, pero a veces los siento como prevenidos. No sé, no quiero que piensen que uno les está haciendo inteligencia o algo así. No ha sido fácil hablarles.

—¿Llevas mucho tiempo en esta Zona?

—No, la verdad no. Más bien llevo poco.

—¿Y no será una cuestión de construir confianzas? Mira que el campesino es igual, ¿no te ha pasado que llegas a su casa y hasta te ofrece su cama para que duermas pero de entrada, de entrada, no te habla fácil? Con los días es que se suaviza y te habla suelto.

—Sí, sí, claro. Eso lo entiendo. Ya me ha pasado en otras zonas. Pero por eso es que me dan tan duro, porque me doy cuenta de que son campesinos. Vea, allí más abajito ellos mismos tienen sembrada la tierra, y por allí hay otro cultivo. Esos muchachos sólo son campesinos.

—¿Y por qué te da duro?

—Porque sólo son campesinos, sólo eso. Porque aún no puedo creer que mi enemigo era ese; al que yo pasé años persiguiendo en esas montañas, con el que yo me mataba en el monte, eran sólo eso: campesinos. ¡Es que véalos! Muchachos como yo, incluso más jóvenes que yo, pero que la vida puso en un lugar y a mí en el otro. Y al final sólo eran eso, campesinos. Campesinos... como lo fue mi papá.


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